Pude reflejarme en tus ojos
pude oler tu delicada piel
perderme entre tus brazos
y soñar como mujer.
Puede oír el tono de tu voz
diferenciar el mal del bien
disfrutar lindas caricias
y morirme de placer.
Pude sentir tu entusiasmo
tus besos sobre mi tez
abandonarme a tu cuerpo
y rendirme a tus pies.
Ahora, en el gran ocaso
perdí mi indomable fe
y sólo añoro el recuerdo
de lo que pudo ser y no fue.
Atrás quedaron promesas
adornadas con flores de hiel
y noches colmadas de estrellas
hechas de fino papel.
2 comentarios:
La nostalgia brota de tus versos como una acusación intima de los sueños que no se hicieron reañlidad porque los dejaste pasar.
¿Aquién no le ha sucedido algo parecido? Los sueños, sueños son, de nada vale soñar, lo que importa es el día a día, vivir la realidad.
Me ha gustado mucho, Conchi, como todos los anteriores. Un beso
Muchas gracias, Juan.
Es dificil imaginarse sueños y poder plasmarlos en un trozo de papel. Por eso, cuando veo que logro conseguirlo, mi satisfacción es aún mayor.
Te agradezco tus palabras.
Un besito
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