Sentada en una silla
cabizbaja y en silencio
mi mente recorre el tiempo
donde unidos de la mano
hacíamos mil proyectos.
Apenas había edad
de saber de sentimientos
nos bastaba con mirarnos
sonriendo y disfrutando
dulces abrazos y besos.
Nos teníamos los dos
simples cuerpos inexpertos
esperando que mañana
estos sueños e ilusiones
siguiesen siendo nuestros.
Ahora me encuentro sola
desfallecida por dentro
buscando tontas excusas
que me hagan recordar
la causa de tu aislamiento.
Y sin contener el llanto
mil veces yo me lamento:
¿qué ocurrió con lo nuestro?
¿por qué no sigues conmigo?
¿por qué este morir tan lento?
Y sigo aquí, sentadita
saboreando recuerdos
con el alma hecha trozos
y esperando que la vida
me obsequie con tu regreso.
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