08 mayo 2010

El valor de la verdad

¡Cuánto pesa una mentira!
Una mentira, por pequeña que sea, se convierte en una soga al cuello que te ahoga lentamente. Tan lentamente que, cuando te das cuenta, ya estás asfixiado.
A pesar de las muchas veces que he oído frases tan ciertas como “se coge antes a un mentiroso que a un cojo”, hubo una época en la que me dediqué a mentir. Y no lo hacía por necesidad, sino por voluntad. Disfrutaba creyendo que había engañado a los demás.

Los embustes comenzaron con pequeñeces tales como variar la tienda donde me había comprado unos zapatos, cambiar el precio de las cosas que compraba, decir que me llamaba de forma distinta a mi verdadero nombre… Eran pequeños inventos que no hacían daño a nadie pero que a mi me contentaban.

Tanto me divertí y tanto falseé mi vida, que llegó un momento en el que no sabía quién era. Me convertí en una persona con varias identidades, varios nombres, varios trabajos y un sinfín de amigos a los que consideraba simples conocidos.
Llegué incluso a tener tres novios a la vez. Para uno me llamaba María y era enfermera, para otro mi nombre era Elena y trabajaba en un hotel y para el tercero era Sofía y me dedicaba al mundo de la informática.

Pero, como las mentiras tienen las patitas tan cortas, pronto se descubrió el pastel, y los que antes me querían y respetaban se alejaron y me dejaron sola.
Ahora estoy asistiendo a terapia de grupo, un lugar donde cada uno desnuda su alma y se sincera con todos los presentes. Estas terapias me han servido de mucha ayuda, y he llegado a la conclusión de que no hay nada mejor como ser uno mismo, con sus defectos y cualidades, sus bellezas o sus fealdades, sus amigos y sus enemigos; que por encima de lo que opinen los demás prevalece la opinión que cada uno tenga de sí mismo y que con mentiras el camino a recorrer nunca se hace largo.

En la actualidad estoy sola; sin colegas, sin novios, sin trabajos y con un sólo nombre: Esther, pero soy feliz porque, por primera vez en muchos años, cuando me miro en un espejo sé quien soy.

Y es que la verdad más simple siempre es preferible a la mentira más complicada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuánta verdad escondes en tu texto, Conchi.
A veces las mentiras se dicen sin maldad ninguna y parecen como una bola de nieve, nunca dejan de crecer. Espero quen no sea ese tu caso, ma amie.
Dos besos
Luis

Conchi dijo...

Hola Luis, gracias por tu comentario. Hacía mucho tiempo que no te veía, espero que todo vaya bien.
En cuanto a mi texto: pues no es verdad, por fortuna, jajaja.
Participo desde hace algún tiempo en un foro donde cada semana escribimos sobre un tema concreto.
La semana pasada le tocó a este tema y eso fue lo que se me ocurrió.
Esta semana le toca el turno a las miradas y ahí sí que estoy un poco perdida, pero ya se me ocurrirá algo.
Bueno Luis, te agradezco tus palabras y de nuevo te deseo lo mejor.
Un beso crujiente

Cuando necesito recrearme...

Cuando necesito recrearme...
El-Recreo.com

Seguidores

Datos personales

Mi foto
Todas las fotografías expuestas en el blog, fueron extraidas de google Si el autor desea que las retire, le ruego que me lo comunique.